Bajo el reinado de Alfonso XIII, España llega a convertirse en una nación industrial, alcanza el mayor nivel de población desde época romana y vuelve a una plena participación en la política internacional. Pero cuatro problemas de suma importancia darían al traste con la monarquía liberal: la falta de una verdadera representación política de amplios grupos sociales; la pésima situación de las clases populares, en especial los campesinos; las consecuencias de la guerra del Rif y el nacionalismo catalán, espoleado por la poderosa burguesía barcelonesa. Esta turbulencia política y social, iniciada con el desastre del 98, impidió que se lograra implantar una verdadera democracia liberal, lo que condujo a la dictadura de Primo de Rivera, aceptada por el monarca. Con el fracaso político de ésta, fue abandonado por toda la clase política. Tras las elecciones municipales de 1931, tomadas como un plebiscito entre monarquía o república, abandonó España y se exilió.