Kane está fuera de control. Sus síntomas mentales alcanzan un punto de ebullición en el que ya no distingue entre la realidad y sus alucinaciones, lo que pone en peligro el control del Consejo Municipal. Aún así, Kane ordena un barrido de la corrupción y las detenciones de varios miembros de su propia maquinaria política. Además, Kitty O?Neil aplasta la campaña de Zajac.