Lamentablemente, este capítulo no trae buenas noticias. Pero no se me desanimen, que tampoco son malas; hablamos de personas con hígado y nervios de acero, que conviven con la muerte a diario y son testigos del horror y el dolor. Aunque hasta aquí parece la descripción de cualquier colombiano, nos referimos a los periodistas que escriben en los periódicos de crónica roja –o verde, diría el daltónico–. Los muchos lectores de la crónica roja buscan otra cara de las noticias, otro enfoque de la realidad social o la vieja en pelota de las páginas centrales. Sus titulares, diagramación y composición gráfica la convirtieron en un ícono popular.