Victoria Quintero era una recién nacida cuando la codicia de un asesino acabó con sus padres. Su destino era morir, pero unas manos negras la salvaron del fuego y la llevaron a un palenque en lo profundo de la selva, donde creció como una cimarrona más, rodeada de otro padre y otros hermanos de piel oscura. En ese palenque recibió de Tomás y Lorenza la herencia espiritual de África, despertó al amor con el pequeño Miguel, fue libre y feliz.