La vuelta ilusionada del licenciado ocurre demasiado tarde. Cervantes ha muerto, solo queda una lápida en el convento de las Trinitarias. El Santo Oficio convoca un proceso inquisitorial, los antiguos amigos y compañeros de Miguel sirven de testigos en el juicio donde se presentan las pruebas. Cervantes, siendo joven, asistió con su hermana Magdalena a una quema de herejes en auto de fe sin ocultar su desaprobación ante el hecho. Al querer huir de allí el caballero Sigura le acusa de judío, motivo que provoca el duelo por el que Cervantes salió de España. En el proceso, las obras del escritor resultan condenadas al igual que el licenciado acusado de desobediencia. Unos pesados mazos caen sobre la lapida de Cervantes en un intento de destruir todo recuerdo del autor.