La tripulación permite la presencia de un alienígena que promete mejoras tecnológicas para Moya. Mientras llegan a destino deben pasar por una agrupación de estrellas, pero estas provocan un periodo de locura en los protagonistas. Pronto empiezan a intentar matarse por minucias como las provisiones de galletas. Crichton intenta poner orden entre tanta locura para echar al nuevo inquilino y cambiar de rumbo.